Ella sabe lo que quiere
Paola Dominguín Bosé sabe lo que quiere ponerse y con qué joyas combinar, todo muy sencillo, muy de su estilo desenfadado. Entonces te das cuenta de que la cámara la quiere, a la vez que ella sabe cómo conquistarla, resultado de tantos años en las pasarelas, que ha vuelto a pisar a petición de Francis Montesinos.
-¿Por qué dejó el mundo de la moda?
-Porque había llegado a los 40 años y me apetecía hacer otras cosas, tener mi propia marca. Necesitaba un oficio con beneficio y empecé a diseñar joyas, material escolar, de viaje, una línea de canastilla, cunas de bebé, cuadernos... Y una vajilla que saldrá próximamente.
-Todo con tintes ecológicos.
-Todo tiene un claro mensaje centrado en la naturaleza, algo que debemos cuidar, más ahora, que estamos viviendo inundaciones y terremotos como nunca habíamos visto.
-¿De qué se ha liberado con la edad?
-De un sinfín de cosas, lo que me permite no sentirme invisible porque es algo para lo que estoy preparándome desde los 48 años. Es más, diría que ahora estoy más visible que nunca, y lo digo con cara de guerrera.
-¿Los 50 años es una buena edad para hacer balance?
-Los 50 y siempre. Yo intento llevar las cuentas al día, por eso estoy tan satisfecha del momento en el que estoy. Es una nueva etapa llena de energía y de proyectos.
-¿No hay nada de lo que se arrepienta?
-En absoluto. Todo lo que ha pasado forma parte de mi vida. Hoy soy lo que soy gracias a mi pasado, con errores incluidos.
-¿Ser hija de dos personajes tan carismáticos la ha condicionado?
-No, pero tengo claro de quién soy hija, para no involucrarme en cosas feas de las que pueda arrepentirme. Ser hija de quien soy me ha colocado en un nivel difícil, porque te exigen más que a otros.
-¿Llevar la fama con naturalidad es parte de la herencia recibida?
-Nosotros la llevamos bien porque tenemos una profesión, por eso nos gusta ser respetuosos con nuestra vida privada, y eso es algo que la gente entiende bien.
-¿Cómo recuerda a Luis Miguel Dominguín?
-Como padre. Lo de torero es el mito que lo envuelve. Yo lo recuerdo como padre.
-¿Qué diría si su hijo quisiera ser torero?
-Me alegro de que no quiera. Si se diera el caso, lo enviaría con alguno de los descendientes de los Dominguín, para que le explicara cómo es ese mundo.
-¿Le gustan los toros?
-He ido alguna vez a ver a Fran y a Cayetano, pero no soy muy taurina. Hubo un momento en que sí: organizaba festivales, me empapé mucho de ese mundo... hasta que me di cuenta de que no era lo mío.
-¿Marca haber recibido una educación con tanta libertad?
-Libertad y cultura. Y así es como intento educar a mis hijos. Ellos serán los que decidan porque es su vida. Yo les he dicho que no pasa nada por equivocarse, porque a todos nos ha pasado.
-¿De los políticos se aprende?
-No me gusta nada la política. Con la crisis se están equivocado tanto unos como otros.
-¿Tendremos la igualdad real?
-Hemos conseguido mucho, pero todavía nos queda.
-¿Ambiciosa?
-No soy ni ambiciosa ni competitiva, por eso no he conseguido más en mi vida. Me gusta hacer cosas bonitas para que las disfrute el que quiera, pero ambición no tengo.
-¿Es feliz?
-Si a los 50 te llega algo que no te esperabas, lo disfrutas y das saltos de alegría.
-¿Cuándo se animará a escribir la historia de su familia?
-No creo que vaya a hacerlo porque no la sé. Un hijo no puede hablar de sus padres más que como hijo, y lo que yo he vivido a su lado lo hice con la visión de una niña, no con la de un adulto. Lo que sí voy a publicar es un cuento titulado “Pájaro Caracol”, que no es otra cosa que la historia de la evolución de la vida. Y tengo en mente otro cuento.
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